El nombre con el que firmo este blog se lo robé a un personaje secundario de mi trilogía favorita.
Tengo una flor de lis roja tatuada en el hombro izquierdo en honor de otro de los personajes, este bastante menos secundario, de la primera de las novelas que forman esta trilogía.
Tengo por costumbre, cada ciertos años, releer las tres novelas.
Tengo por costumbre, cada ciertos años, releer las tres novelas.
He leído cuanto he encontrado y he comprado cuanto me he podido permitir de Dumas padre. Hace tiempo que busco, sin fortuna, una colección de obras completas editado hace mil años por la editorial Lorenzana. No sé si quiero encontrarla porque me da terror lo que me podrían pedir por ellas.
Hoy estaba destinado a ser un día normalucho tirando a chungo. Dormir en Madrid es tarea complicada; para quien, como yo detesta con toda su alma el calor casi imposible; una tentadora terraza me atrapó ayer tarde durante horas y cuando me levanté de la silla me percaté de que había bebido más cervezas de lo debido y más cigarros de los que me permiten calificarme de “fumadora social”.
Resultado: la opción de ir al gimnasio, descartada. ¿Qué hacer entonces a la hora de comer? Acercarme hasta El Retiro con intención de terminar el libro que estoy leyendo sentada en la hierba y bajo la sombra fresquita de un árbol.
He subido por la Cuesta Moyano y ¡oh sorpresa! Ahí estaban en un puesto, viejos, muy viejos, forrados en tela roja gastadísima impresa con letras doradas, conteniendo un papel viejo y tostado y con el texto escrito a dos columnas, con un cartoncito escrito a mano “Dumas 5 euros”. Los habituales: La Reina Margarita, El Collar de la Reina, Los Tres Mosqueteros, y otros más difíciles de cazar: Los Cuarenta y Cinco, El Paje del Duque de Saboya y algún otro más de los que ya tengo
Y, oh maravilla, tres títulos que no tenía: La Condesa de Charny, Los Mohicanos de París y Ángel Pitou. He cargado los dos tomos del primero (no llevaba dinero y, por circunstancias estúpidas hoy voy tan cargada de bolsas que parezco un sherpa) y la semana que viene (mañana ya es imposible, viajo a Valencia para ver a The Cult) voy a por los otros dos. Y así, con dos libros tan viejos como puede ser cualquier cosa de 1935, un día difícil se convierte en uno de los mejores momentos de los últimos meses. Y para rematar, la web de RTVE hoy SÍ me deja ver el Tour.
Me voy que empieza la ascensión al Tourmalet.
My Little Red Book. Love (gracias, M. por enseñarme esta canción)
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