En 1917 Freud publica “Una dificultad del psicoanálisis”, un artículo en el que hablaba sobre cómo sus pacientes renegaban de las interpretaciones de Freud. Pero en realidad, en ese mismo artículo Freud muestra de forma evidente como en aquel momento únicamente le importaba el mismo, y no tanto los pacientes que trataba.
Tanto se creyó la grandeza de su propia teoría que llegó a darle dimensiones históricas, situándola como hito en la historia de la humanidad. De hecho, no le tembló el pulso al proclamar haber alcanzado el nivel de dos hombres claves de la historia de la ciencia como Copérnico y Darwin, alegando haber sabido herir al ser humano como estos dos grandes científicos habían hecho años atrás, exponiéndolo en tres puntos, las tres heridas de Freud.
Nicolás Copérnico: La Tierra no es el centro del universo
I: Nicolás Copérnico
En este primer punto, Freud habla de cómo el hombre creyó que la Tierra, su hogar, se encontraba en el centro del universo, y que el resto de astros se movían alrededor de ella describiendo órbitas. Entonces llegó Nicolás Copérnico en el siglo XVI y mostró al mundo cómo la Tierra no era el centro del universo, si no que al igual que otros planetas giraba en torno al Sol. De este modo, el amor propio del ser humano se encontró con su primera afrenta, la cosmológica.
Charles Darwin: El hombre es un animal más
II: Charles Darwin
En el segundo punto, Freud expone cómo el hombre a lo largo de la historia se ha mostrado superior al resto de animales creyéndose diferente e interponiendo un abismo entre los animales y el ser humano. Entonces Darwin llegó en el siglo XIX y mostró al mundo su teoría de la evolución, haciendo con ella que el hombre no fuera más que cualquier otro animal. Y no sólo eso, si no que el hombre que conocemos no es ni siquiera la cumbre de la evolución, que está por llegar. Con ello llegó la segunda afrenta dañando al narcisismo humano, la biológica.
Sigmund Freud: No somos dueños de nosotros mismos
III: Sigmund Freud
En el tercer punto, Freud comenta como el hombre pese a haber sido duramente herido en dos ocasiones por Copérnico y Darwin, aún se sabe dueño de sí mismo. Su propia conciencia, su percepción interna de la que es dueño, le permite tomar decisiones que armonicen con sus necesidades dejando de lado toda decisión que no esté acorde con la misma. Entonces llegó la psicología moderna, la que hirió una vez más al ser humano al mostrar que una persona no es ni siquiera dueño de su propia casa. Con lo que llegamos a la tercera y definitiva afrenta, la psicológica.
Fuentes y más información:
- Una dificultad del psicoanálisis (Sigmund Freud)
- La psicología humana
- Lo que queda de Freud
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