Un tiranosaurio rex (T. rex) es el protagonista indiscutible de la película de Steven Spielberg titulada “Parque Jurásico” (“Jurassic Park”) estrenada en 1993. Un grave error prehistórico, ya que los T. rex no existían en el jurásico (evolucionaron en el cretácico superior). En el jurásico (medio y superior) existían dinosaurios de la familia de los tiranosaurios (tiranosáuridos) pero eran dinosaurios carnívoros de pequeño o mediano tamaño, entre 1’4 y 9 metros de longitud. Steven Spielberg, o el autor de la novela original, Michael Crichton, deberían haberla titulado “Parque Cretácico.” No creo que hubiera afectado al éxito de la película y hubiera sido más fiel a la prehistoria. No es el único error prehistórico de la película. Se sabe que en carrera los T. rex alcanzaban una velocidad máxima entre 18 y 40 km/h, una velocidad moderada comparada con la de un vehículo todoterreno.
Tiranosaurio rex | Imagen: rescat.com
Me ha recordado estas anécdotas el artículo técnico de Stephen L. Brusatte et al., “Tyrannosaur Paleobiology: New Research on Ancient Exemplar Organisms,” Review, Science 329: 1481-1485, 17 September 2010. Stephen L. Brusatte (Museo Americano de Historia Natural, Nueva York) y sus colegas han caracterizado el árbol filogenético (o evolutivo) de los tiranosauridos gracias a 307 rasgos morfológicos. Aprovechan su artículo (tipo review) para resumir los últimos descubrimientos sobre la biología de estos dinosaurios, más parecidos a las grandes aves que a los reptiles.
El icono por excelencia de la prehistoria es el Tiranosaurio rex (descrito por primera vez en 1905) y sus parientes cercanos, las tiranosáuridos. Originarios del jurásico medio, hace 165 millones de años, en su mayoría eran pequeños (tan altos como una persona), hasta que en el cretácico superior (o tardío), hace 84 millones de años, su tamaño creció hasta alcanzar varias toneladas y se colocaron en lo alto de la pirámide trófica. Los tiranosáuridos más antiguos eran pequeños dinosaurios con crestas elaborados en el cráneo (Proceratosáuridos). En el cretácico inferior los sinotiranos ya alcanzaron los 10 metros de longitud, pero en la misma época los raptorex no superaban los 3 metros. Los grandes tiranosáuridos, como el T. rex, aparecieron en el cretácico superior, alcanzando longitudes de 13 metros y masas corporales entre 5 y 8 toneladas. Por ello, durante los primeros 80 millones de años de la historia de los tiranosáuridos eran animales de pequeño tamaño que vivían a la sombra de otros depredadores gigantes (como los alosáuridos y los megalosáuridos) y solo durante los últimos 20 millones años del mesozoico se desarrollaron hasta convertirse en algunos de las mayores carnívoros terrestres de toda la prehistoria.
Los tiranosaurios constituyen el clado Tyrannosauroidea (un clado es una agrupación de seres vivos con un antepasado común) que comprende 20 géneros de tiranosáuridos. Son dinosaurios terópodos (carnívoros y bípedos), más relacionados con las aves que con otros terópodos de gran tamaño, como los alosáuridos y los espinosáuridos. El análisis de 307 caracteres morfológicos ha conducido al cladograma en forma de árbol filogénetico que se presenta en la figura de arriba (que incluye como inciso cuatro cráneos fósiles; el de T. rex, arriba, corresponde a un individuo joven). La línea horizontal en negro junto a cada cráneo indica una longitud de 10 cm.
Todos los tiranosaurios son depredadores bípedos con un cráneo grande y con una mandíbula con potentes músculos y dientes robustos. Sus extremidades anteriores son pequeñas y las posteriores son poderosas y están preparadas para una caza activa. Estas características no evolucionaron como consecuencia del tamaño corporal grande, ya que aparecieron en los tiranosáuridos más antiguos (mucho más pequeños). Su cociente de encefalización (estimación del tamaño relativo del cerebro) varía entre 2’0 y 2’4, mayor que para otros terópodos pero menor que para las aves. Sus grandes lóbulos olfativovos indican un poseían un agudo sentido del olfato.
La biología de los tiranosaurios es la mejor conocida entre todos los dinosaurios gracias a los estudios desarrollados en los últimos 20 años de una gran colección de esqueletos tanto de adultos como juveniles, las marcas de mordiscos en los huesos de sus presas, los coprolitos (heces fósiles), los contenidos estomacales y muestras de tejidos. Los grandes tiranosáuridos alcanzaban la madurez sexual entre los 15 y los 20 años de edad, aunque la mayoría vivían solo unos 25 años. El gran tamaño corporal se alcanzaba gracias a tasas de crecimiento muy aceleradas (más de 767 kg por año, es decir, unos 2 kg por día).
Se cree que la mortalidad neonatal entre los tiranosáuridos era muy alta y que se reducía mucho tras los 2 años de edad, para volver a crecer a mitad de la vida, por lo que pocos individuos tenían una larga vida reproductiva. Las series de fósiles sugieren que los tiranosaurios eran gregarios y vivían en grupos con un alto número de ejemplares jóvenes.
La biomecánica de los tiranosáuridos ha sido muy estudiada gracias a modelos matemáticos simulados por ordenador. Se sabe que en carrera los grandes tiranosáuridos alcanzaban una velocidad máxima entre 18 y 40 km/h. Una velocidad moderada comparada con los grandes animales atléticos, como los caballos de carreras que alcanzan los 70 km/h. Se cree que los individuos jóvenes eran más rápidos que los adultos. Además, su carrera era similar a la de las grandes aves (como los avestruces). Gracias a simulaciones por el método de elementos finitos se sabe que la mordedura de un T. rex generaba fuerzas de al menos 13.400 Newton, que ejercían una gran tensión en el cráneo. Por ello los cráneos y el cuello de los tiranosaurios estaban optimizados para soportar estas cargas enormes.
El tipo de presas de los tiranosaurios cambiaba en función de su edad. Los ejemplares adultos atacaban a presas más grandes y de menor velocidad que los jóvenes. Aunque se ha discutido mucho si los T. rex eran carroñeros o depredadores activos, como se han encontrado restos de dinosaurios jóvenes en el contenido del estómago de algunos fósiles, hoy se cree que eran depredadores que cazaban.
En resumen, el artículo de Brusatte et al. nos recuerda que se sabe muy poco de la biología y el comportamiento de los dinosaurios. Los tiranosaurios son los más estudiados de todos, quizás por ser los más mediáticos, pero nuestro conocimiento todavía ofrece muchas lagunas.
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