Lo más probable es que, si debemos saltar de un avión sin paracaídas, nos queden sólo unos segundos de vida. Sin embargo, existen individuos que han sobrevivido a caídas monumentales sin ser superhéroes o dibujos animados.
El caso más extremo, que incluso fue registrado por el Libro Guinness de los récords, fue el de Vesna Vulovic, que sobrevivió a una caída de 10.160 metros de altura.
A las 17:05 del 26 de enero de 1972, la checoslovaca Vesna se hallaba de pie en el pasillo del vuelo JAT 364 que se dirigía de Copenhague a Belgrado. Vesna era auxiliar de vuelo, tenía 22 años y lucía una flamante cabellera rubia. Mientras estaba sirviendo las comidas, de súbito, explotó una bomba oculta en el equipaje que partió en dos el DC-9 en el que volaban.
Todo el mundo falleció. Menos ella.
Después de golpearse contra el suelo en el norte de Bohemia, cerca de la frontera con Alemania, quedó inconsciente y con severas lesiones craneales. Se fracturó la columna vertebral, las piernas, la pelvis y las costillas.
Afortunadamente, la pequeña ciudad de Srbská Kamenice fue testigo de la explosión en las alturas, y de cómo los restos se precipitaban contra el suelo. Uno de los vecinos distinguió las piernas de Vesna entre el fuselaje. Era un hombre que había estudiado enfermería, así que tuvo la precaución de no mover el cuerpo de Vesna. También la cubrió con un abrigo y le abrió las vías respiratorias hasta que llegaron los médicos.
Vesna permaneció en coma durante 3 días. Se despertó, y lo primero que dijo, en perfecto inglés, fue: “¿Puedo fumar un cigarrillo?” Luego preguntó a su madre: “¿Dónde están mis perros y mis gatos?”
Vesna no podía moverse de cintura para abajo, pero en un año consiguió caminar, e incluso se incorporó a un trabajo de oficina. Según declaró al The New York Times, el secreto de su rápida recuperación se encontraba en comer chocolate, espinacas y aceite de pescado cuando era niña, y a su innata testarudez serbia.
El doctor Richard Snyder ha dedicado 50 años a investigar 33.000 caídas desde todas las alturas y de todas las variedades, profundizando en lo que técnicamente se denomina “tolerancia humana al impacto”.
Como experto en lesiones de accidentes de la FAA en 1963, publicó un estudio clásico de 137 caídas, incluida la de una mujer de 69 años que se cayó de un árbol mientras perseguía a su periquito, y la de un amante que se cayó desde lo alto de una escalera huyendo de un marido celoso. Los sujetos de Snyder tenían una edad que oscilaba entre los 18 meses y los 91 años. Los seres humanos, concluyó, somos capaces de sobrevivir a fuerzas de impacto “considerablemente mayores que las que hasta ahora se creían tolerables.
Snyder también es un experto en la caída de Vesna. Y ha recogido información sobre más de mil personas que han sobrevivido a caídas superiores a 300 metros. Según Snyder, para sobrevivir, todo depende de cómo caigas, dónde aterrices y de tu propia condición física.
Irónicamente, tienen más posibilidades de sobrevivir los suicidas o los pacientes psicóticos que las personas normales, que caen accidentalmente. La explicación que ofrece Snyder a este respecto es:
El acto de saltar puede ser una liberación para él y, a diferencia de la mayoría de nosotros, esa persona puede disfrutar con el salto. Como consecuencia de ello, puede estar físicamente relajado en el momento del impacto, lo cual parece ser, en sí mismo, un criterio importante para sobrevivir a la caída libre.
Lo mismo sucede con las personas alcoholizadas: están tan anormalmente relajados que sobreviven mucho mejor a las caídas.
Si os caéis de un avión o el paracaídas no se abre, procurad caer en la nieve, si la hubiese. Según Snyder, la nieve es un atenuador de impactos excelente. Aunque debe de ser nieve granular, con cristales grandes y redondos, que son consecuencia del deshielo y el congelamiento. Lamentablemente, mientras os precipitáis desde el cielo no tendréis muchas oportunidades de comprobar si se trata de este tipo de nieve o no.
Microsiervos ha traducido un artículo que ofrece 10 consejos básicos para aumentar tu índice de supervivencia en una gran caída:
• Intenta frenarte un poco, maximizando la superficie para crear más rozamiento. (Lo cual puede servirte de poco a menos que te hayas caído de un avión.
• Encuentra un buen lugar para caer. Cemento, tejados y superficies “inflexibles” son malas. Nieve, agua, vegetación y árboles son menos malos.
• Dirige un poco tu caída (en plan supermán, literalmente).
• Dobla las rodillas.
• Relájate.
• Cae con los pies por delante.
• Y con los tobillos si es posible.
• Protégete la cabeza.
• Controla la orientación de tu cuerpo. Tras el impacto inicial lo mejor es intentar girar para caer de lado o de espaldas. La idea es distribuir las fuerzas.
• Consigue ayuda médica inmediatamente.
Como todo esto suena bastante abstracto, os recomiendo visualizar el video que os dejo más abajo para vivir en vuestras carnes lo que se siente en un caso de caída también muy famoso, protagonizado Alan Eugene Magee durante la Segunda Guerra Mundial. Con su avión destruido, Alan saltó a unos 6700 metros de altura. Mientras caía, el paracaídas falló. La altitud lo llevó a perder el conocimiento varias veces, atravesó los cristales de la estación y se estrelló contra el suelo del vestíbulo.
Alan acabó con casi todos los huesos rotos, daños graves en el pulmón y los riñones, y el brazo derecho medio desprendido. Pero sobrevivió: los cristales de la estación habían amortiguado el impacto.
Alan Magee murió en San Angelo, Texas, el 20 de diciembre de 2003 a la edad de 84 años.
Editado: me señala milhaud que el caso de Vesna es un montaje que fue descubierto el año pasado, según recoge esta noticia del ABC. En realidad el avión habría sido derribado por equivocación por las fuerzas armadas checoslovacas, y la supuesta supervivencia de Vesna fue utilizada para ocultar la verdadera historia que hubo detrás del incidente.
Vía | El club de los supervivientes
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