Imagina por un momento que eres uno de los astronautas del programa Apolo. Estás sentado en el interior de la cápsula con tus dos compañeros de misión esperando despegar rumbo a la Luna. Te encuentras en el extremo de un Saturno V, el mayor cohete creado por el hombre. Con 111 metros de altura y más de tres mil toneladas de peso una vez cargado de combustible, este lanzador reunía en su interior el poder de una pequeña bomba atómica.
En caso de explosión, la fuerza destructiva del monstruoso cohete sería equivalente a medio kilotón, o lo que es lo mismo, un 5% de la potencia de la bomba de Hiroshima. No en vano, la energía necesaria para poner más de cien toneladas de carga útil en órbita baja es fabulosa y su liberación repentina suponía un peligro potencial que no se debía menospreciar. Poco antes del lanzamiento resuena una alarma en el intercomunicador de la nave. Ha surgido un problema con el cohete y éste puede explotar en cuestión de minutos. ¿Qué haces?
La tripulación de una misión Apolo podía escapar de la explosión de un Saturno V -una muerte segura- de tres formas distintas. La primera, más expeditiva, hacía uso de un cohete situado sobre el módulo de mando (CM) para alejar la cápsula del Saturno y elevarla hasta una altura adecuada para la apertura de los paracaídas.
Este sistema recibía la denominación oficial de LES (Launch Escape System), aunque todo el mundo lo conocía como “torre de escape”. El LES podía activarse de forma automática o manual. En este último caso, mediante una palanca situada junto al asiento del comandante. El problema del LES era que sólo podía usarse durante el vuelo o una vez retirada la pasarela de acceso a la nave. ¿Qué hacer si la emergencia tenía lugar antes?
Esquema de las rampas d elanzamiento 39A y 39B. | La flecha roja señala la habitación de goma y el búnker subterráneo (NASA).
Los ascensores de la torre umbilical eran demasiado lentos para una evacuación de emergencia, así que la NASA ideó un sistema consistente en una especie de tirolina que permitiría a los astronautas y a los técnicos de mantenimiento evacuar la rampa. El personal se montaría en un carro suspendido de unos cables y se deslizaría hasta una distancia segura, donde los estarían esperando varios vehículos blindados. Este sistema, ligeramente modificado, se sigue empleando hoy en día durante los lanzamientos del transbordador espacial.
Pero este método también requería su tiempo. Si la explosión era inminente, la tirolina no podría salvarles la vida a los astronautas. Para resolver el problema, los ingenieros de la NASA habían creado la solución definitiva: la habitación de goma. Justo en el lugar aparentemente más peligroso, debajo de las rampas de lanzamiento 39A y 39B, se construyeron dos búnkeres esféricos de hormigón armado y acero capaz de resistir la explosión de un Saturno V.
Con el fin de acceder a su interior, la tripulación y los técnicos debían deslizarse por un tobogán que daba a una habitación forrada de goma para amortiguar el impacto de la caída. Una vez allí, el personal podía acceder al búnker (blast room) a través de una enorme puerta blindada.
El interior estaba conectado a las paredes a través de amortiguadores para minimizar los efectos de la onda expansiva. Hasta veinte personas podrían sobrevivir en su interior durante un día sentadas en sillones de espuma. La estructura del techo era capaz de funcionar como antena de emergencia y tenía incorporada una escotilla para ser usada en caso de que el equipo de rescate no pudiese acceder a la puerta blindada. El sistema de ventilación del búnker también servía como ruta alternativa de evacuación. Los astronautas solían referirse a todo el conjunto de instalaciones de emergencia simplemente como “la habitación de goma” (rubber room).
Estas construcciones parecen más propias de una película de la Guerra Fría que del programa Apolo, pero en su momento fueron el último exponente de una larga serie de búnkeres situados en las cercanías de las rampas de lanzamiento. Las habitaciones de goma serían clausuradas a finales de los años 70, cuando las rampas 39A y 39B se modificaron para ser empleadas con el transbordador espacial.
El transbordador Burán en la rampa de Baikonur. El tubo inferior lleva a la habitación de goma | www.buran.ru
En la Unión Soviética se decidió construir un sistema similar para el programa Energía-Burán. Al fin y al cabo, los fallos del cohete lunar N1 estaban muy presentes en la memoria colectiva de los diseñadores soviéticos: durante el segundo lanzamiento de un N1, el 3 de julio de 1969, la rampa resultó completamente destruida por la explosión del lanzador. Como resultado de esta mala experiencia, los astronautas del Burán podrían evacuar la nave en caso de emergencia y dirigirse hacia una habitación de goma antes de entrar en el búnker subterráneo. A diferencia del sistema estadounidense, para acceder al búnker el personal emplearía una especie de montaña rusa en vez de deslizarse por un tobogán.
Afortunadamente, nunca fue necesario usarlas durante una emergencia real. Las habitaciones de goma no son solamente una rareza histórica, sino que ilustran a la perfección los riesgos que conlleva la exploración del espacio. En la actualidad, no hay ninguna en servicio.
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Referencias:
• Saturn V Flight Manual (SA-507), NASA (1969).
• Energiya-Buran: the Soviet space shuttle, Bart Hendricxs y Bert Vis (Springer-Praxis, 2007).
• www.buran.ru
• Roland Miller Phtography.
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