Quizá una de las soluciones aparentemente más evidentes a la paradoja de Fermi sea la que tiene que ver con las distancias interestelares. Dado lo enormes que son éstas y por muy avanzada tecnológicamente que esté una CET, puede que el viaje sea posible pero poco práctico.
Lo anterior no significa en absoluto que una nave interestelar no se pueda construir. De hecho, la NASA ya lo ha conseguido. Naves como la sonda Voyager 1, por ejemplo, se encuentra en los confines de nuestro sistema solar. El único requisito consiste en ser capaces de superar la velocidad de escape que, para nuestro Sol, es de 42 km/s y puede ser alcanzado con la inestimable ayuda del efecto honda gravitatoria. Así y todo, la Voyager 1 empleará muchos miles de años en llegar a una estrella, ya que su velocidad, aunque es enorme según la perspectiva humana, resulta muy pequeña en comparación con la velocidad de la luz (tan sólo es un 0,0058%).
A pesar de todo, hay posibilidades de conquistar o explorar la galaxia a velocidades 'lentas'. En 1929, John D. Bernal propuso la idea de la nave generacional o arca espacial. En ella viajarían generaciones que nacerían y morirían antes de llegar a su destino por colonizar.
Otra opción puede ser la animación suspendida o enviar embriones congelados, que crecerían y se desarrollarían en úteros artificiales al final del viaje.
Si pretendemos viajar en lapsos de tiempo más breves se hace imprescindible alcanzar velocidades cercanas a la de la luz. A un 10% de ésta se tardarían 105 años en arribar a e-Eridani, una de las estrellas similares a nuestro Sol más cercanas. Quién sabe, los alienígenas podrían tener esperanzas de vida muy superiores a la nuestra. De todas maneras, a velocidades relativistas hay que tener en cuenta la dilatación del tiempo que experimentarían los viajeros.
Repasemos ahora algunos métodos y tecnologías para la propulsión de nuestras naves interestelares, eso sí sin olvidar las terribles dificultades a las que deberían enfrentarse (bombardeo de rayos cósmicos, partículas de polvo interestelar, las diferentes velocidades de las estrellas, etc.).
- Cohetes
Los que funcionan a base de reacciones químicas tienen el insalvable problema del enorme tamaño de los tanques de combustible (ya lo traté aquí). Se han propuesto variantes, como el motor iónico o el de antimateria.
- Naves estatocolectoras
Propuestas en 1960 por Robert Bussard. Consistirían en un gigantesco embudo formado por un campo electromagnético que capturaría el hidrógeno interestelar, ionizarlo y dirigirlo hacia un reactor de fusión nuclear. Estas naves solventan la dificultad de llevar consigo el combustible al obtenerlo directamente en el espacio. Adolecen de dificultades aparentemente insalvables, como el descomunal tamaño requerido para el colector.
- Velas
Propuestas por Robert L. Forward en la década de los años 60 del siglo pasado. Un haz láser se hace incidir sobre una vela enorme y ligera acoplada a la nave espacial, produciendo una aceleración continua hasta alcanzar velocidades enormes. La NASA ya las ha desplegado con éxito, aunque a pequeña escala.
- Asistencias gravitatorias
Similares a las empleadas con la nave Voyager 1, fueron propuestas en 1958 por Stanislaw Ulam, mediante la utilización de la interacción gravitatoria de la nave con un sistema de dos cuerpos astronómicos mucho mayores que ella, en órbita uno alrededor del otro. Unos cuantos años más tarde, Freeman Dyson propuso la idea de utilizar un sistema binario de estrellas de neutrones para impulsar la nave hasta velocidades cercanas a la de la luz. El capitán Kirk fue aún más allá en este post (¿lo recordáis?).
- Física extravagante
Todas las tecnologías anteriores están basadas firmemente en la física establecida. Pueden estar lejos de llevarse a cabo pero, en principio, no violan ninguna ley física.
Durante mucho tiempo se ha pensado en la posibilidad de viajar más rápido que la luz. Muchas de estas propuestas se pueden descartar rápidamente ya que no se ajustan a los principios físicos conocidos. Sin embargo, otras aún no han podido descartarse completamente. Entre ellas podemos citar a los taquiones, partículas hipotéticas pero cuya existencia no está negada por la teoría de la relatividad, dotadas de masa imaginaria que se desplazan en todo momento a velocidades supralumínicas. También están los agujeros de gusano y los motores de curvatura, de los que ya os he hablado largo y tendido aquí y aquí. Por último, citaré la energía del punto cero, de la que asimismo os hablaré en profundidad en un futuro.
Sea como fuere, la verdad es que en la actualidad y con el nivel tecnológico del que disponemos, los seres humanos no somos capaces de construir ninguno de los dispositivos fantásticos mencionados más arriba para alcanzar el sueño de viajar a las estrellas. Existen multitud de problemas y dificultades no sólo científicos y técnicos, sino también económicos, sociales y políticos.
Aunque la raza humana no puede construir ahora mismo una nave estelar, quién nos asegura que no será capaz de hacerlo dentro de 100 años, o de 1000, quizás. Otras civilizaciones alienígenas podrían llevar milenios, tal vez millones de años desarrollando sus tecnologías. ¿Es probable que ninguna de ellas posea el nivel de desarrollo tecnológico necesario?
Las estrellas se encuentran a distancias enormes, quizá insalvables. Este hecho, por sí solo, puede explicar por qué no hemos sido visitados (aunque no explica necesariamente la ausencia de señales electromagnéticas u otras evidencias de la existencia de civilizaciones avanzadas). Sin embargo, para todos aquellos optimistas en cuanto al poder de la ciencia y la tecnología, la barrera de las distancias interestelares seguramente se pueda superar, si no ahora en un futuro. Para todas esas personas, el tamaño de la galaxia, sin duda, no explica la paradoja de Fermi...
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