19 octubre, 2010

La coincidencia más grande de todos los tiempos

La coincidencia más grande de todos los tiempos: "

Imaginemos la escena. Una isla deshabitada en mitad del Océano Glacial Ártico. Dos tipos que se han pasado un par de años danzando por el hielo tratando de ser los primeros humanos en visitar el Polo Norte, sin éxito. Más perdidos que el niño de El Sexto Sentido en un cementerio y con menos posibilidades de sobrevivir que un perro en un mercado de Seúl. De repente, una mañana como cualquier otra salen de su agujero en la nieve y ven a un tipo acercándose hacia ellos. ¿Visiones? ¿Delirio? ¿Es Dios y resulta que el cielo es igual de frío que el polo? No, es otro ser humano como ellos, el único en decenas de miles de kilómetros cuadrados. Y lo que es más asombroso todavía, les llama por su nombre. A veces la realidad supera la ficción con creces, y el encuentro de Fridtjof Nansen y Frederick Jackson en la Tierra de Francisco José es una de esas ocasiones.



Recreación artística basada en una foto de Nansen de las vistas habituales en la travesía ártica.


Fridtjof Nansen tuvo una vida curiosa. Pasó su infancia y primera juventud en una granja cerca de Christiania, ciudad a la que ahora conocemos como Oslo. Allí se aficionó al esquí de fondo, deporte en el que consiguió ser campeón nacional una docena de veces de forma consecutiva. También destacó en el patinaje sobre hielo; fue poseedor del record del mundo de la milla. En la universidad estudió zoología, lo que le llevó a emprender algún que otro viaje por el Ártico; en esos viajes fue madurando la idea de la que sería su primera gesta como explorador: el cruce de Groenlandia.



El joven esquiador Fridtjof Nansen


Hasta ese momento sólo dos personas habían intentado cruzar la isla de Groenlandia a través de la infinita extensión de hielo de su superficie. A diferencia de ellos, Nansen quería cruzar la isla de este a oeste. También a diferencia de la mayor parte de las expediciones polares, el explorador noruego planteó  una caravana muy reducida, de no más de seis personas. Parte de la ropa y la impedimenta de los expedicionarios tuvo que ser diseñada desde cero.  La expedición no comenzó del todo bien, se enfrentaron a multitud de problemas; entre otros, las placas de hielo en la costa que dejaron varado el barco a mucha distancia del supuesto punto de inicio, el viento, y, obviamente, el frío. Tardaron 42 días en cruzar la isla, y al llegar al otro lado tuvieron que esperar siete meses entre los Inuit a que la bahía se deshelara y pudiera acercarse algún barco a recogerles. Era el año 1888.



Ruta planificada por la expedición (rojo) y finalmente recorrida (verde). Debajo, una foto de la expedición tomándose un refrigerio sobre el glaciar central de Groenlandia.



Nansen y sus compañeros fueron recibidos como héroes en Copenhague y Oslo; según las crónicas de la época, casi un tercio de la población de la capital noruega se reunió para celebrar la hazaña. Nansen recibió honores en todas las sociedades geográficas de Europa y fue aclamado como un héroe en el continente. Le otorgaron un puesto en la universidad de Oslo de nula responsabilidad y elevado salario, pero, como era un culo inquieto, pronto comenzó a planear la siguiente hazaña: ser el primer ser humano en alcanzar el Polo Norte.



Foto de estudio de Nansen, un tipo peculiar


Nansen anunció sus intenciones en 1890. El estado noruego y multitud de donantes particulares contribuyeron a financiar la expedición, que finalmente, tras años de preparativos, partió de Oslo en junio de 1893, aclamado por una multitud de ciudadanos que acudieron a desear buena suerte a los exploradores. El héroe noruego había escogido a una partida de doce expedicionarios de entre miles de candidatos de medio mundo; uno de los que se presentó sin éxito fue Roald Amundsen, que veinte años después sería el primero en alcanzar el Polo Sur. Otro fue Frederick Jackson, que acabaría organizando una sonada expedición a la Tierra de Francisco José unos años más tarde, y que le daría un papel protagonista en esta historia. El barco de la expedición, el Fram, había sido diseñado especialmente para la ocasión. El plan de Nansen para alcanzar el Polo era, básicamente, dejar que el hielo atrapara el barco y, gracias a la deriva del hielo, alcanzar el Polo Norte arrastrados por la banquisa. Como solía suceder, las cosas no salieron exactamente como esperaron.



Salida del Fram (adelante, en Noruego) del puerto de Bergen


Tras dejar Noruega, donde en cada puerto fueron agasajados por autoridades y muchedumbres, partieron hacia Siberia. La ruta que siguieron costeaba todo el norte de Rusia, pasando por Nueva Zembla y el Cabo Cheliuskin, hasta el archipiélago de Nueva Siberia. Por el camino descubrieron una isla desconocida hasta entonces, a la que bautizaron como Isla Sverdrup, en honor de Otto Sverdrup, el capitán del Fram. Desde Nueva Siberia se dirigieron al norte, esperando encontrar aguas abiertas hasta, por lo menos, los 80º N. No fue así, y finalmente quedaron atrapados por el hielo el 5 de octubre, a una latitud de 78,4º Norte.



Nansen junto al Fram rodeado por el hielo, en 1894


La deriva del hielo no les llevó tan rápido como pensaban. De hecho, en muchas ocasiones les llevaba hacia el sur. Hasta tal punto fue lenta la travesía que hasta marzo no sobrepasaron los 80º N. La cosa iba tan lenta que Nansen comenzó a pensar en llegar al Polo en trineo y abandonar el barco. Finalmente decidió que él y otro miembro de la tripulación abandonarían el barco y tratarían de llegar al Polo a pie. Nansen escogió al que sería su compañero de travesía, Hjalmar Johansen. Los miembros de la expedición prepararon la travesía durante meses. En enero de 1895, año y medio después de la partida, la expedición batió el récord vigente de mayor latitud norte alcanzada, al sobrepasar los 83º 35′ N. Finalmente, tras dos intentos fallidos, el 14 de marzo de 1895, 21 meses después de haber dejado Christiania, Nansen y Johansen partieron a pie hacia el Polo Norte. Se encontraban a 84º 4′ N de latitud



Últimos preparativos de la expedición a pie de Nansen y Johansen, en marzo de 1895.


La expedición a pie comenzó bien, pero en seguida se torció. En la primera semana se acercaron 120 kilómetros a su destino, y en la segunda otros 90, pero los expedicionarios estaban luchando contra la deriva de la banquisa hacia el sur. El empeoramiento de las condiciones de la nieve, con grandes bloques de hielo que dificultaban el camino, y de las condiciones de la travesía, con temperaturas de cuarenta grados bajo cero permanentes, llevaron a Nansen a tomar la decisión de abandonar el intento de llegar al Polo Norte, y a dirigirse a la Tierra de Francisco José. Era el 7 de abril de 1895. Su latitud, la más alta jamás alcanzada hasta entonces por cualquier ser humano, era de 86º 13′ Norte.



Recreación artística del último campamento de Nansen y Johansen, a 86º 13′ Norte (click para ampliar). Debajo, la foto original.



Comenzaron, pues, el regreso hacia el sur. Contaban con un mapa incompleto de la Tierra de Francisco José, que había sido descubierta apenas veinte años antes. Tardaron más de cuatro meses en alcanzar una tierra que, suponían (correctamente), se trataba del archipiélago ruso que buscaban. Al no ser capaces de identificar ningún accidente geográfico, debido a que las islas estaban mayoritariamente sin cartografiar, decidieron a finales de agosto pasar el invierno en una choza improvisada a la que llamaron, no sin humor, “el agujero”. Tenían provisiones y una abundante disponibilidad de osos y morsas a las que dar caza, por lo que la situación no amenazaba su vida, salvo por el riesgo de morir de aburrimiento. Así pasaron casi nueve meses, hasta mayo de 1896 (casi tres años después de partir de Oslo). El 19 de mayo de 1896 abandonaron “el agujero” y se dirigieron al sur, con la idea de encontrar un camino hacia las islas Svalbard. Después de cruzar de isla a isla por el hielo y con los kayaks que llevaban arrastrando año y medio, finalmente llegaron a la isla Northbrook. Y fue allí donde se produjo la coinicidencia más grande de todos los tiempos.



Nansen y Johansen arrastrando sus trineos sobre un terreno difícil.


La mañana del 17 de junio de 1896, Nansen escuchó un ladrido. Fue a investigar de dónde provenía el ruido y al cabo de unos minutos se encontró con un ser humano. Era el británico Frederick Jackson, que, tras ser rechazado por Nansen tres años antes, había organizado su propia expedición ártica de reconocimiento al archipiélago de Francisco José. Lo que vio Jackson fue a un tipo alto, con el pelo y la barba largos y enmarañados y con ropas voluminosas y hechas trizas. Pese a ello, reconoció al ser humano que tenía enfrente. Se acercó, y en la versión polar del encuentro de Stanley y Livingstone, le dijo “Usted es Nansen, ¿no?”. El noruego respondió “Sí, soy Nansen”. Reconozcamos que como frase es difícil que pase a la Historia. Pero el encuentro sí lo hizo, y la expedición del Fram, también. Nansen había demostrado que no había Tierra en el Polo, y sus observaciones científicas contribuyeron grandemente al conocimiento del Ártico. Todas las expediciones que viajaron después de la suya tanto al Polo Norte como al Sur se basaron en sus métodos y en sus observaciones, que siguen siendo vigentes hoy en día. La isla en la que Nansen y Johansen pasaron el invierno (y que ellos habían descubierto) fue bautizada como Isla de Jackson, en honor a su rescatador.



El encuentro entre Nansen y Jackson en la Tierra de Francisco José. La fotografía es una recreación, y fue tomada seis días después del encuentro real. Debajo, mapa del recorrido de la expedición entre 1893 y 1896 (click para ampliar).



Rojo: Ruta del Fram por la costa siberiana hasta quedar atrapado por el hielo. Julio-Septiembre de 1893.

Azul: Deriva del barco en el hielo desde Nueva Siberia a Svalbard. Septiembre de 1893-Agosto de 1896

Verde: Marcha de Nansen y Johansen hacia el Polo, y retirada hacia la Tierra de Francisco José. Febrero de 1895-Junio de 1896

Morado: Regreso de Nansen y Johansen desde Cabo Flora hacia Noruega, Agosto de 1896.

Amarillo: Viaje del Fram de Svalbard a Tromsø, Agosto de 1896

El Fram, por su parte, había pasado año y medio en el hielo, y, por las mismas fechas en las que Jackson encontró a Nansen, el barco, capitaneado por Otto Sverdrup quedó libre al fin. Tras recalar en Svalbard se dirigió a Noruega, donde finalmente se reencontró con Nansen y Johansen, en uno de los días más emotivos de la exploración polar. Nansen y sus hombres fueron recibidos como héroes por toda Noruega, agasajados por el rey y aclamados por las multitudes en Christiania. Las celebraciones duraron semanas, y después cada uno siguió su camino. Fridtjof Nansen no volvió a viajar al Ártico y se convirtió en un importantísimo académico, primero y diplomático, después. Fue el creador del pasaporte que lleva su nombre, otorgado a los refugiados de guerra, y recibió el Nobel de la Paz en 1922 por su labor humanitaria (se calcula que salvó la vida de medio millón de personas). Fridtjof Nansen, uno de las personas más interesantes del siglo XX, murió en 1930 cerca de Oslo, pero el legado de su vida y de la expedición del Fram le sobrevivieron para siempre.



Portada de la revista inglesa The Graphic del 12 de septiembre de 1896, retratando a Nansen junto a la cabaña de Jackson, en la Tierra de Francisco José (fuente)


Fuentes:


La extraordinaria vida de Fridtjof Nansen, en Nevasport. La mayor parte de las fotografías que ilustran esta entrada las he tomado de ahí.


En la Wikipedia: 1, 2, 3.


Lectura recomendada: Fridtjof Nansen. Hacia el Polo. Editorial Interfolio, Madrid, 2010. Se puede descargar gratuítamente desde Elaleph.com (requiere registro)



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