Desde el puente de Silver Street, en Cambridge, mirando al sur vemos un embarcadero de punters, donde los turistas pagan entre 12 y 15 libras, dependiendo de la negociación con el estudiante que te haga la oferta, por una hora de recorrido sobre el río Cam. A la izquierda, haciendo esquina, está el pub The Anchor, que se llamaba en los años 60 The Riverside Jazz Club, y donde tocaba un músico llamado Sid “The Beat” Barrett. El joven estudiante Roger Keith Barrett iba seguido a ese bar a escuchar a la banda local y adoptó el sobrenombre de Syd por la coincidencia de apellido con el bajista del pub. Syd Barrett fundaría con sus colegas pocos años después el grupo Pink Floyd. Hoy hay una placa en The Anchor que cuenta esta historia.
Mirando al norte desde el mismo puente, un detalle abarca toda la atención: un puente de madera que cruza el río uniendo las dos partes del Queens’ College. Le llaman el puente matemático, y es posible que, mientras lo observa, alguien le cuente la siguiente historia que, ya les adelanto, es falsa:
Este puente fue diseñado por Isaac Newton, quien usó para su construcción simples tablas de madera dispuestas de tal modo que no necesitaban clavos, tuercas ni tornillos, desafiando así a su propia ley de la gravedad. Un día varios estudiantes lo desmontaron con el propósito de recrearlo más tarde, pero no pudieron, y entonces sí que necesitaron tuercas y tornillos.
Es cierto que originalmente el puente no estaba en su ubicación actual, sino algo más al norte, a la altura del Trinity College, donde efectivamente Sir Isaac Newton tenía su fellowship (todo profestor y alumno de la Universidad de Cambridge pertenecen a alguno de los colleges de la ciudad, y la unión de todos los colleges es lo que forma la Universidad).
Pero resulta que el puente se construyó por primera vez en 1749, veintidós años después de que Newton muriera. El diseñador se llamaba William Etheridge y el constructor James Essex. El puente se reconstruyó en 1866 y 1905. El diseño original ya incluía las tuercas y tornillos para mantenerlo firme.
Las juntas están, en cualquier caso, lo suficientemente escondidas como para creer que las tablas de madera se sostienen sin ayuda.
Total, que el puente en sí es bonito y su diseño suficientemente complejo para ser admirado sin necesidad de inventar historias fantásticas sobre él. Creo que esta argumentación me suena de algo…
En cualquier caso, ya que parece que Newton no tuvo intención de desafiar a la ley de la gravedad, os presento a otros genios de Cambridge que sí lo hacen. Esperemos que la gravedad no se les rebote un día:
"
No hay comentarios:
Publicar un comentario