Hace ahora 100 años, el 30 de Octubre de 1910, nace en Orihuela (Alicante) el poeta más honesto, desgarrador y contundente de las letras españolas… Miguel Hernandez.
Me llamo barro aunque Miguel me llame.
Barro es mi profesión y mi destino
que mancha con su lengua cuanto lame.
Soy un triste instrumento del camino.
Soy una lengua dulcemente infame
a los pies que idolatro desplegada.
Le tocó vivir una época difícil y convulsa de la historia de España y él lo sabía:
Como el toro he nacido para el luto y el dolor,
como el toro estoy marcado
por un hierro infernal en el costado
y por varón en la ingle con un fruto.[...]
Como el toro me crezco en el castigo,
la lengua en corazón tengo bañada
y llevo al cuello un vendaval sonoro.
Pero el amor y una sonrisa siempre lograban sacarlo para adelante:
Tengo estos huesos hechos a las penas
y a las cavilaciones estas sienes:
pena que vas, cavilación que vienes
como el mar de la playa a las arenas.[...]
Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu amor, la tabla que procuro,
si no es tu voz, el norte que pretendo.
Eludiendo por eso el mal presagio
de que ni en ti siquiera habré seguro,
voy entre pena y pena sonriendo.
Fue un hombre comprometido y valiente que detestaba a los cobardes.
Valientemente se esconden,
gallardamente se escapan
del campo de los peligros
estas fugitivas cacas,
que me duelen hace tiempo
en los cojones del alma.
¿Dónde iréis que no vayáis
a la muerte, liebres pálidas,
podencos de poca fe
y de demasiadas patas?
Pocas alegrías tuvo en su vida. Una de ellas fue la sonrisa de su hijo de la que “disfrutaba” en la cárcel gracias a una fotografía que tenía.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma al oírte,
bata el espacio.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
Por todo esto y por otras muchas cosas Miguel, siempre notaremos tu ausencia.
Una querencia tengo por tu acento
una apetencia por tu compañía
y una dolencia de melancolía
por la ausencia del aire de tu viento.
Como siempre he tenido cierta debilidad por Miguel Hernández, tengo un par de entradas más dedicadas al poeta por si pudiera interesarles.
Obras de Miguel Hernández en Wikisource.
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