Viento solar (NASA). | Fuente imagen: Newhomewindpower.
Hace un par de años oí hablar por primera vez de la vela eléctrica, una especie de armazón de paraguas rotatorio en el que sus largas “varillas” de cobre, cargadas eléctricamente, atraparían la energía del viento solar.
Hoy he vuelto a leer sobre este concepto en un artículo de la MSNBC en el que se nos habla de su aplicación – a escala gigantesca – en unión a las clásicas velas solares (las que incluyen una lámina de tejido extendido). La energía resultante de esta idea, según el autor del trabajo: Dirk Schulze-Makuch de la Universidad Estatal de Washington, sería igualmente inimaginable.
Podéis leer su trabajo en la revista International Journal of Astrobiology, aunque básicamente el proyecto consiste en construir una vela solar gigantesca de 8.400 kilómetros de ancho (distancia similar a la que separa a la ciudad francesa de Marsella con Pekín) y acompañarla de una “varilla” de vela eléctrica de 1 kilómetro de longitud.
Según los cálculos de Schulze-Makuch, el sistema permitiría capturar 1 millón de billones de gigavatios (10 elevado a la 14ª potencia), mucho más de lo que la humanidad consume energéticamente en la actualidad.
Obviamente hacer algo así no sería en absoluto sencillo. No basta con capturar los electrones emitidos por el sol a varios cientos de kilómetros por segundo, sino que luego hay que poder transportar toda esa energía a la Tierra.
Pero si consigues “abstraerte” de todos esos problemas la idea suena de lo más convincente. El equipo involucrado en el trabajo nos da además algunos ejemplos muy clarificadores. Bastaría con un cable de cobre de 300 metros unido a un receptor de dos metros de ancho y a una vela solar clásica de 10 metros de ancho para generar energía suficiente para 1.000 hogares.
Con un satélite con un cable de cobre de 1.000 metros y una vela de 8.400 kilómetros de ancho, se generarían los antes citados mil billones de gigavatios. Eso es 100.000 millones de veces más energía de la que se consume en la Tierra.
Parte de esa energía se usaría para electrificar el cable que actúa como vela eléctrica y el resto habría que transportarla de forma inalámbrica a la Tierra. En el trabajo se dice que tal vez podría lograrse a través de un haz láser infrarrojo que bombease a nuestro planeta – día y noche – la energía renovable recolectada en el espacio.
Ya en el mundo real, en el artículo se menciona que el gran problema de este método sería hacer coincidir el haz láser con el recolector en la Tierra, y es que de momento no tenemos forma de focalizar un láser con tanta exactitud. Si no se consiguiese este punto, cualquier mínimo desvío haría que se perdiese un montón de energía en el trayecto.
A mi lo que me preocupa de esta idea y otras similares (como usar microondas para hacer llegar a Tierra la energía recolectada en el espacio) es a dónde va a parar la energía que se pierde en el trayecto y cómo afectaría eso a nuestro clima.
Tras una lectura superficial, este parece el típico proyecto megalomaníaco calculado por “teóricos” que no han tenido en cuenta los formidables retos de ingeniería que habría que superar (como poner en órbita ese monstruo por ejemplo). Y aunque sería hermoso que una idea así se llevase a cabo y funcionase, haciendo innecesarias tanto las fuentes de energía sucias y contaminantes como las respetuosas con el medio ambiente que empleamos “aquí abajo”, me temo que aún pasará mucho tiempo antes de buscar solución a la crisis energética “allí arriba”.
Llamadme pesimista si queréis…
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